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Crisis circunstancial y estado de choque

Una crisis circunstancial de impacto potencial sobre comunidades o ciudades enteras, es aquella que afecta a un gran número de personas al mismo tiempo.  Tal es el caso del pasado terremoto en nuestro México. 

Los sobrevivientes, se encontrarán en una lucha para enfrentar las pérdidas correspondientes en las siguientes semanas y meses. En un principio es natural sentirse desconectado, aturdido y con dificultad para asimilar la realidad (no le sucede a todas las personas). Este estado de choque hace la función de protector, que retarda la asimilación de lo que ha ocurrido. 

De acuerdo con Payàs (2016), los síntomas que puedes experimentar, y que son completamente adecuados ante la experiencia que has tenido son:

 

Síntomas físicos:  opresión en el pecho, agitación corporal, nudo en la garganta,  mareos, sensación de embotamiento.

Síntomas emocionales: Vaivén emocional entre la sensación de irrealidad y realidad: con momentos de mucha intensidad y desbordamiento.  Miedo, angustia, pesadumbre.

Síntomas cognitivos: pensamientos obsesivos, descreimiento, perder el contacto con la realidad, confusión, falta de concentración, falta de atención.

Síntomas comportamentales: completa inactividad o hiperactividad, abatimiento o agitación, falta de apetito.

 

En los primeros momentos, semanas o meses, te podrás sentir muy frágil y vulnerable, y experimentar todas o casi todas, las respuestas  adaptativas que se describen en el párrafo anterior; cuya función es ayudarnos a sobrevivir.  Un primer paso para salir avante en este proceso de duelo es: vivirlas,  no trates de interpretarlas o entenderlas. Simplemente observa cada una de tus reacciones y ponle nombre.  Poner nombre por lo general, ayuda.

 

Ten en cuenta que encontrarse en estado de choque no es estar loco ni enfermo.  El aturdimiento y la confusión son parte de la vivencia de la pérdida, y se tienen que aceptar como algo natural, aunque parezcan muy antinaturales. Te esperan tiempos difíciles,  no tengas prisa, es un camino largo.  No mires más allá de hoy, tan solo lo justo para vivir el día a día. Procura tomar las decisiones que sientas son buenas para ti. Y si consideras no puedes solo, pide ayuda profesional (Payàs, 2016).

Recuerda que todo pasa y esto también pasará.

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