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Etapas del duelo

Cada persona experimenta el duelo de diferente manera.  Sin embargo, el duelo sigue un patrón predecible que se identifica por varias etapas dentro de un proceso que requiere tiempo, durante el cual es necesario darnos el permiso de vivir cada una de éstas con paciencia hacia nosotros mismos.

 

De acuerdo con Elizabeth Kübler-Ross las etapas del duelo son:

-Negación
-Ira
-Negociación
-Depresión
-Aceptación


No tienen ningún orden en específico, todas estas etapas aparecerán mientras transitamos nuestro duelo, son completamente normales y de ellas resurge una fortaleza impresionante.    De manera convencional, se requiere un plazo de dos años para la cicatrización y la recuperación. 
Es importante considerar que el factor tiempo por sí solo no cura, sino lo que se haga con ese tiempo.  Por tal motivo es importante identificar cada etapa con los ajustes presentes y futuros que son necesarios realizar para avanzar a través de la pena hacia la reconstrucción de nuestra vida.

 

Nancy O`Connors considera cuatro etapas que caracterizan el proceso de duelo:

 

Etapa I. Ruptura de antiguos hábitos.

Abarca desde el fallecimiento hasta ocho semanas.  Es un periodo de entumecimiento y confusión, nada es normal; prevalecen los sentimientos de choque, incredulidad, protesta y negación.   Si la muerte fue súbita, la angustia es más aguda, la vida cambia en un instante.  Te sientes vulnerable e incapaz para controlar los acontecimientos de tu vida y al mismo tiempo tienes que cumplir con las responsabilidades del evento y tomar decisiones importantes, lo que ayuda al transcurrir los primeros días, porque te da la oportunidad de empezar a comprender de realidad de tu pérdida.  Durante esta etapa del duelo, la persona experimenta cambios en su vida cotidiana y es posible se alteren sus hábitos alimenticios y de descanso nocturno.  Estas alteraciones sólo duran un breve plazo y desaparecen.

 

Dado que en una relación se crean hábitos y patrones de comportamiento; con el fallecimiento se tienen que reprogramar éstas rutinas a nivel emocional, físico y psíquico.  En esta etapa, cada día hay recordatorios de que se ha destruido la estructura de tu vida, al momento de anticipar las antiguas acciones, como tomar el teléfono para llamar, colocar su lugar en la mesa y demás rutinas que se tenían en la interacción del día a día con la persona; sientes un terrible desamparo, una tristeza profunda y una carencia. La confusión mental y la baja en los niveles de energía son muy comunes, provocando fatiga y agotamiento,  éste no es un buen momento para tomar decisiones importantes.  De hecho las actividades más sencillas , pueden parecer molestas durante un tiempo.  Ten paciencia contigo mismo, y trata de poner en segundo lugar las obligaciones que puedas delegar en otra persona.  Ten la seguridad de que cada día que sobrevivas, es un paso en el camino a la recuperación.

 

Cuando se acepta la realidad de la pérdida, se comprende la inutilidad de anticipar las antiguas rutinas y con el tiempo, se reconocen y se aprecian los cambios.  La soledad se convierte poco a poco en agradables momentos a solas para pensar, y empezar o terminar proyectos que se tenían pendientes.

 

Etapa II. Inicio de la reconstrucción de la vida. 

Abarca de las ocho semanas hasta un año. El dolor y la confusión siguen siendo agudos, e irán disminuyendo paulatinamente.  Los pequeños cambios que se realizan en los hábitos, reducen la negación de la muerte y permiten la lenta aceptación de la nueva realidad.  Si te sientes paralizado o consideras que no avanzas, busca ayuda profesional, hasta que percibas que estás en condiciones de enfrentar solo el dolor.

 

En esta etapa, se experimentan periodos de gran estrés emocional,  en los que se está más expuesto a los accidentes. Toma precauciones extraordinarias al realizar actividades como conducir. La salud, es otro factor importante que se debe cuidar; trata de comer bien, duerme lo mejor que puedas, haz ejercicio regularmente.

 

Puede surgir la idea del suicidio de vez en cuando, esto es normal; pero si persiste en tu mente y se vuelve obsesiva, busca ayuda profesional.

 

Es posible que pienses con frecuencia en los errores cometidos, las cosas que no hiciste y ahora deseas haber hecho. Este repaso continuo de las situaciones negativas y circunstancias de la muerte, no las puedes cambiar, ayudará te perdones a ti mismo, y a la persona fallecida, si hay algo pendiente de perdonar.  Empieza a pensar en los buenos momentos de la relación y rechaza los dolorosos.  Sobre todo, ya no te castigues a ti mismo.

 

Los días festivos y las celebraciones familiares serán arduos y dolorosos el primer año, pero puedes soportarlos.  Date permiso de sentir desilusión, tristeza, resentimiento, enojo, o cualquier otra emoción que brote; tan sólo experiméntalas, siéntelas, y déjalas ir.  Puede ser que no sientas nada o sólo una especie de entumecimiento, también es adecuado.

 

El primer año, te lleva a la búsqueda y establecimiento de una nueva identidad personal. Es un proceso lento que puede ser doloroso.  Hay muchas manera de negar la pérdida y evitar el dolor.  Algunas personas se introducen en una ráfaga de movimiento de actividades externas para no pensar o sentir el dolor, evitando así la elaboración del duelo.  Sin embargo, esto no funciona, en algún momento del proceso tendrás que enfrentar los sentimientos.  Entre ellos la culpa, que requiere te perdones a ti mismo, para dejarla atrás y proseguir con tu vida. También puede ser tentador cambiar de casa o ciudad en este primer año; es mejor evitarlo, por lo general son cambios impulsivos y suelen lamentarse más tarde. 

 

Al llegar el primer aniversario luctuoso, de darás cuenta que de alguna manera has mejorado y te has renovado.   Ya has aceptado la pérdida, los hábitos de comer y dormir han vuelto a la normalidad, surge la risa espontánea, la diversión y cierto sentido del humor.  Ahora te falta recorrer otra parte del proceso en la que empiezas a planear tu futuro.

 

Etapa III. La búsqueda de nuevos objetos de amor o amigos.

Es de los doce hasta los veinticuatro meses. Algunos de los antiguos hábitos se han restablecido y se tienen nuevas rutinas cotidianas. El dolor emocional es menos agudo, aunque todavía habrá momentos de nostalgia y abatimiento, el contenido de los sueños será más ligero y con mejor disposición para participar en la vida.

 

Es posible, que ya tengas nuevos amigos y empieces a planear actividades para tu tiempo libre.  Si trabajas, estarás en mejor condición para manejar tu tiempo y responsabilidades.  Toda la familia se ha ido ajustando a la ausencia del fallecido. Sin más, un día al despertar, te das cuenta de que la herida ha cicatrizado, tus pensamientos son más claros, las emociones se han estabilizado.  Te sientes más vivo y feliz.

 

Etapa IV. Terminación del reajuste.

Te sientes una persona diferente, sin darte cuenta realizas los hábitos antiguos en sintonía con los nuevos; estás viviendo una nueva vida y una nueva filosofía.  Las relaciones interpersonales son cómodas.  Te ocupas más de los demás.  Te sientes más fuerte que nunca, ahora sabes que el dolor pasa con el tiempo y que puedes alcanzar una madurez personal muy gratificante. 

 

Si has cicatrizado lentamente, permitiéndote  experimentar y expresar las emociones más profundas y dolorosas durante el proceso de duelo, estás listo para el siguiente capítulo de tu vida. Estás de regreso al mundo de los que viven y los que aman.  

 

Fuente: O´Connors (2007). Déjalos ir con amor.                                                                                                                                     

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