Cuando ayudamos a nuestros hijos a curarse del dolor que produce la herida emocional más profunda de todas <la muerte de un ser querido>, lo estamos dotando de unas capacidades y una comprensión importantes que le servirán para toda la vida.
En nuestra cultura el énfasis en la racionalidad y secularización, han hecho perder los rituales mortuorios. Actualmente los abreviados ceremoniales occidentales, a menudo prohiben la asistencia de los niños, lo que no ayuda para que se sientan integrados a su familia y comprendidos para procesar esa experiencia.
Ser capaz de comprender la muerte, de atravesar las etapas del duelo de una manera sana, y seguir viviendo con eficacia, es esencial para el bienestar del niño.
Fuente: Kroen, W.C. (2002). Cómo ayudar a los niños a afrontar la pérdida de un ser querido. Barcelona: Ediciones Oniro, S.A.
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