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Aprender de la pérdida

Por más paradójico que parezca, las pérdidas son una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Existen varias investigaciones que así lo demuestran. Al mismo tiempo, estos estudios nos dan información sobre las diferentes estrategias que favorecen el trabajo de duelo y también cuando es conveniente buscar ayuda.

 

¿Cuándo debería buscar ayuda?

El primer paso es identificar si lo que estoy sintiendo es normal. El gran dolor y los trastornos que acompañan el duelo no tienen nada de “anormal”, aunque hay síntomas que deberían hacernos acudir a un profesional o a alguna persona de nuestro entorno que pueda ayudarnos; pueden ser médicos, guías espirituales, profesionales de la salud mental o responsables de grupos de apoyo. Dicho esto cabe resaltar que cada persona debe tomar libremente la decisión de hablar con alguien sobre su duelo.

 

Los siguientes síntomas son característicos de un proceso de duelo, sin embargo, la presencia continuada a través del tiempo debe ser causa de preocupación y vale la pena recibir la atención de una persona externa al apoyo informal que suele estar presente en la vida de cada doliente:

 

-Intensos sentimientos de culpa, provocados por cosas diferentes a las que hizo o dejó de hacer en el momento de la muerte de su ser querido.

-Pensamientos de suicidio que van más allá del deseo pasivo de “estar muerto” o de poder reunirse con su ser querido.

-Desesperación extrema; la sensación de que por mucho que lo intente nunca va a poder recuperar una vida que valga la pena viva.

-Inquietud o depresión prolongadas, la sensación de estar “atrapado” o “ralentizado” mantenida a lo largo de períodos de varios meses de duración.

-Síntomas físicos, como la sensación de tener algo clavado en el pecho o una pérdida sustancial de peso, que pueden representar una amenaza para su bienestar físico.

-Ira incontrolada, que hace que sus amigos y seres queridos se distancien o que le lleva “a planear venganza” de su pérdida.

-Dificultades continuadas de funcionamiento que se ponen de manifiesto en su incapacidad para conservar su trabajo o realizar las tareas domésticas necesarias para la vida cotidiana.

-Abuso de sustancias, confiando demasiado en las drogas o el alcohol para desterrar el dolor de la pérdida.

 

Ante todo, el duelo es una cuestión muy compleja, se experimenta de muchas y diferentes maneras. Como se ha dicho en diferentes ocasiones, el duelo no sólo es por pérdidas debidas a la muerte, sino por distintos tipos de pérdidas: un divorcio, la pérdida del trabajo, la jubilación, pérdida de la salud, las pérdidas que experimentan las víctimas de la violencia, entre otros.

 

Algunas acciones prácticas que ayudan para adaptarse a la pérdida 

 

1. Tomarse en serio las pequeñas pérdidas. Cuando un amigo se muda lejos de nosotros, podemos dedicar un tiempo para vivir la tristeza y ensayar nuestra adaptación a las pérdidas importantes de nuestra vida. La muerte de un simple pececillo, es una oportunidad para aprender, enseñando a los niños sobre el significado de la muerte y su lugar en la vida, así los preparamos para futuras pérdidas.

2. Tomarse tiempo para sentir. Las pérdidas más importantes nos imponen una serie de exigencias prácticas que nos dificultan la reflexión privada. Es bueno encontrar algunos momentos de tranquilidad para estar solos y sin distracciones. También escribir en privado sobre nuestras experiencias y reflexiones en momentos de cambio. Ambas acciones pueden mejorar nuestra sensación de alivio y comprensión.

3. Encontrar maneras sanas de descargar el estrés. Debemos buscar la manera constructiva de dominar el estrés, ya sea a través de la actividad, el entrenamiento en relajación, el ejercicio o la oración.

4. Dar sentido a la pérdida. Es común intentar quitar los pensamientos sobre la pérdida, con esta lucha sólo se consigue darles más poder. Es mejor aprender a aceptarlos, y conforme vamos elaborando el proceso de duelo con una historia coherente de nuestra experiencia, vamos logrando una mayor perspectiva y las imágenes dolorosas se diluyen.

5. Confiar en alguien. Las cargas compartidas son menos pesadas. Debemos encontrar personas, que pueden ser familiares, amigos, religiosos o terapeutas, con quienes podamos hablar lo que estamos sintiendo, tener esos oídos dispuestos a escuchar sin juzgar, sin interrumpir, sin aconsejar.

6. Dejar a un lado la necesidad de controlar a los demás. No debemos obligar a las personas a adaptarse a nuestra manera de elaborar el duelo. Cada una de las personas afectadas por una misma pérdida tienen su propio ritmo y manera de elaborar su duelo.

7. Ritualizar la pérdida de un modo que tenga sentido para nosotros. Si no te sientes satisfecho con las ceremonias realizadas por el fallecimiento de tu ser querido, puedes preparar un ritual de acuerdo a tus necesidades. Hay varias maneras creativas no tradicionales de honrar las pérdidas y que encajen contigo y con las transiciones que estás atravesando.

8. No resistirse al cambio. Las pérdidas de personas importantes y roles que ocupan un papel central en nuestra vida nos transforman para siempre. Lo mejor es abrazar estos cambios, independientemente de lo agridulces que puedan ser, esforzarnos por crecer con la experiencia de la pérdida, al mismo tiempo que se reconocen los aspectos en los que nos ha empobrecido.

9. Cosechar el fruto de la pérdida. Las pérdidas nos hace revisar nuestras prioridades vitales. Podemos propiciar situaciones en donde aplicar lo que nos enseña la pérdida, como son proyectos y relaciones futuras. Debemos permitir que nuestras reflexiones constructivistas encuentren una forma de expresión en acciones adecuadas, quizá ayudando a otras personas que lo necesiten.

10. Centrarse en las propias convicciones religiosas. Podemos utilizar la pérdida como una oportunidad para revisar y renovar las creencias religiosas y filosóficas que ya dábamos por sentadas, y buscar una espiritualidad más profunda y templada.

 

Las pérdidas nos transforman, trabajar en el proceso de duelo nos lleva a ser una mejor versión de nosotros mismos. Ayúdate y déjate ayudar, no estás solo.

 

Fuente: Neymeyer (2013). Aprender de la pérdidas: una guía para afrontar el duelo. México: Booket.

 

 

 

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